Por: Karla Mariana Escobar - @inclurama
Diciembre 3, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, es una fecha que nos invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan millones de personas en todo el mundo, así como las oportunidades que brinda el preparar sociedades más inclusivas para toda la humanidad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 15% de la población mundial vive con alguna forma de discapacidad. Se estima que, en promedio, las personas viviremos 6 años de nuestra vida con alguna condición que derive en una limitación o discapacidad por múltiples causas: desde el nacimiento, como por consecuencia de accidentes, enfermedades, embarazo, o la vejez.
En México, el Censo de Población y Vivienda 2020 a cargo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) destaca que del total de población en el país (126 014 024), 5.7% (7 168 178) viven con algún tipo de discapacidad y/o condición mental. Asimismo, las estadísticas también revelan las brechas en el acceso a derechos afectando directamente en el pleno desarrollo anunciando una realidad que requiere atención y acción colectiva.
Existen discapacidades físicas, sensoriales (involucran el oído y/o la vista), psicosociales, cognitivas, orgánicas, hasta la combinación de estas. En realidad, nos damos cuenta que hablar de discapacidad es hablar de condiciones diversas y complejas.
Cada 3 de diciembre recordamos los aspectos anteriormente mencionados. Sin embargo, una valiosa cuestión que a veces olvidamos es que todas las personas enfrentamos la posibilidad de adquirir alguna discapacidad o limitación en algún momento a lo largo de la vida.
Esto nos lleva a hacer un segundo llamado de atención:
Si ninguna persona en este mundo está exenta de vivir alguna condición de discapacidad, entones comprender que existen diversos tipos de discapacidad y múltiples causas que se vinculan a ellas importa bastante.
Primero, porque nos invita a ampliar nuestro conocimiento respecto a las realidades que se enfrentan desde la discapacidad. Segundo (y más crucial), porque permite entender la relevancia de prepararnos como sociedad para responder a los riesgos y retos que conlleva la vida, desde el nacimiento hasta la edad adulta mayor.
Del derecho al hecho todavía queda un gran trecho
A pesar del robusto marco legislativo en México, la realidad revela una amplia brecha entre el derecho y su implementación. Existen múltiples factores que intervienen en el pleno ejercicio de los derechos.
Históricamente, ciertos grupos han experimentado tratos desiguales. Pensemos en las mujeres, que somos la mitad de la población, en las comunidades indígenas, personas afromexicanos, migrantes, refugiadas, y grupos de la diversidad sexual e identidad de género no normativa. La lista es larga y continúa. Entre ellos, las personas con discapacidad.
Conforme nos enfocamos en el detalle, es difícil no pertenecer a uno o más de estos grupos. A pesar de ello, continuamos llamándoles “grupos minoritarios” aunque es evidente que al agregar estas “minorías” se vuelven mayoría.
El acceso desigual a los derechos fundamentales de las personas con discapacidad está estrechamente vinculado a visiones negativas de este grupo arraigados en la cultura popular. Tales visiones negativas se transforman en prácticas discriminatorias, y las prácticas impactan en nuestra sociedad al dejar fuera del desarrollo a este grupo.
Determinadas maneras de entender la discapacidad han marcado tendencia a lo largo del tiempo. Analizar dichos enfoques nos revela parte de las bases que cargan el iceberg de la desigualdad que percibimos.
Veamos tres enfoques y las marcas que han dejado en nuestra sociedad:
Enfoque de prescindencia: con antecedentes en la Edad Antigua considera que las personas con discapacidad son prescindibles por significar un valor en la sociedad, sufriendo de exclusión y segregación total, ya fuera por menosprecio o miedo. Palabras que persisten y que muestran la cicatriz de este enfoque son “inválido”, que no vale, o frases poco afortunadas que acompañan el argot mexicano como ”maldita lisiada”.
Enfoque caritativo. Con influencia religiosa de la Edad-Media, la discapacidad se veía como el resultado del castigo divino; y vista como “una carga social y económica” por no aportar a la comunidad. La respuesta brindada fue la caridad, la limosna y la sobreprotección. Una marca de este enfoque son palabras como “cieguito”, “sordito” y diminutivos que enaltecen la sobreprotección y minimizan la autonomía de la persona.
Enfoque médico. Se centra en la discapacidad como un problema médico individual donde la persona será autónoma y tendrá un valor en la medida en que logre “curarse” para “normalizarse”. Si bien todas las personas requerimos del acceso efectivo a la salud, la situación es que el desarrollo pleno de las personas (con y sin discapacidad), se alcanza cuando el acceso a derechos ocurre de forma integral. “Minus-valido”, que vale menos, es un concepto propio de este enfoque.
La percepción hacia la discapacidad se han moldeado a partir de estos enfoques, dejando cicatrices en nuestra sociedad. Así, el acceso desigual a derechos que enfrentan las personas con discapacidad está parcialmente sostenido en prácticas arraigadas todavía a cuestiones como sobreprotección, pena y rechazo a lo que consideramos desconocido y diferente. La tarea pendiente es transformar estas marcas que dejó la historia en nuestra cultura.
De la Convención a la Agenda 2030, y el compromiso de "No Dejar a Nadie Atrás"
Hoy en día se promueve una nueva mirada diferentes: los derechos humanos. A finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI se instauró el enfoque Social y de los Derechos Humanos, marcando el hito con la llegada de la Convención sobre los Derechos de las personas con Discapacidad (2006) de las Naciones Unidas.
Desde esta visión se reconoce que las personas con discapacidad tienen los mismos derechos como todas las personas y que el principal problema a atender se encuentra en eliminar las barreras presentes en el entorno social, físico y tecnológico.
La Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es una hoja de ruta que nos proporciona un marco para la acción, recordándonos que la inclusión es esencial para un desarrollo sostenible. Destaca la importancia de abordar las desigualdades, y en este contexto, las personas con discapacidad no son una excepción. El cumplimiento de los derechos humanos está intrínsecamente vinculado al alcance del desarrollo sostenible, es decir, sostenible en el tiempo y en la distribución de recursos que beneficie a las generaciones presentes y futuras. Para que haya un desarrollo real es muy importante que todas las personas tengan la posibilidad de estar en el y de ejercer todos sus derechos.
La cooperación internacional es una herramienta indispensable para contribuir con el cumplimiento de la Convención y la Agenda 2030, permitiendo compartir mejores prácticas inclusivas, intercambio de experiencias y recursos a nivel global, generando soluciones innovadoras y estrategias efectivas. Además, la colaboración internacional puede impulsar la conciencia global sobre la importancia de la inclusión a la diversidad y la eliminación de barreras, contribuyendo a promover sociedades en donde verdaderamente nadie quede atrás.
Reflexiones finales
Al inicio de este escrito dijimos que la discapacidad brinda oportunidades para prepararnos como humanidad promoviendo sociedades más inclusivas para las presentes y futuras generaciones. Después hicimos un recuento histórico de los enfoques de la discapacidad, observando que la cultura es cambiante y con el tiempo evoluciona. Si la cultura puede cambiar, entonces es posible generar conciencia y acciones para promover un cambio hacia la inclusión.
Algunas recomendaciones para poner en práctica a partir de este día:
• Escucha activa: Conoce las experiencias y perspectivas de las personas con discapacidad.
• Ofrece tu apoyo: Consulta siempre las necesidades y preferencias de la persona.
• Cuida tu lenguaje: Llama a la persona con discapacidad por su nombre, evita utilizar palabras que refuerce estigmas.
• Prácticas digitales accesibles: Asegúrate de utilizar texto alternativo en imágenes, tamaños de fuente ajustables, paleta de colores con alto contraste.
• Subtítulos en videos: Proporciona subtítulos para hacerlos accesibles a personas con discapacidad auditiva.
Se requieren cambios sistémicos para reducir la brecha de desigualdad en el ejercicio de derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, a medida que tomemos conciencia de nuestras acciones podremos reflejarlo a nivel social. Preparar sociedades inclusivas es invertir en un futuro mejor para todos.
Comparte este artículo y sensibiliza a tu comunidad.
(03 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad)
Biografía:
Maestra en cooperación internacional por el Instituto Mora. Licenciada en Desarrollo y Gestión Interculturales por Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus líneas de investigación destacan accesibilidad, educación inclusiva, cooperación internacional, y desarrollo intercultural.
Colabora con Dev-Project Internacional en proyectos de cooperación internacional y desarrollo inclusivo. Ha sido docente e investigadora, funcionaria. Asesora instituciones y organizaciones públicas y privadas para desarrollar estrategias para brindar servicios más inclusivos y accesibles.
En 2021 fue ganadora del Premio de Tesis de Maestría ANUIES sobre Educación por su trabajo de investigación titulado “No dejar a nadie atrás: estrategias de cooperación en educación superior para la inclusión de personas con discapacidad”
Comments